...
Y una vez más el recuerdo acecha.
Es peligroso caer en la tentación del recuerdo y que nos envuelva entre sus crueles, a la vez que dulces, garras.
Es fácil, reconforta el alma y nos calentamos los frios sucesos del presente ante la hoguera de momentos ya vividos.
Él, ella, nosotros, una canción, el olor de un libro nuevo y el café en el bar de aquella ciudad que nos enamoró.
El recuerdo es un gato de luz y sombras que no para de maullarnos a cada vuelta de la esquina.
Cálido pero peligroso.
Pero no debemos engancharnos a los recuerdos, cómo toda droga, nos hace dependientes, y nos separa del minuto a minuto que podríamos completar con otro suceso que superara al que ocupa ahora nuestra mente.
Es peligroso caer en la tentación del recuerdo y que nos envuelva entre sus crueles, a la vez que dulces, garras.
Es fácil, reconforta el alma y nos calentamos los frios sucesos del presente ante la hoguera de momentos ya vividos.
Él, ella, nosotros, una canción, el olor de un libro nuevo y el café en el bar de aquella ciudad que nos enamoró.
El recuerdo es un gato de luz y sombras que no para de maullarnos a cada vuelta de la esquina.
Cálido pero peligroso.
Pero no debemos engancharnos a los recuerdos, cómo toda droga, nos hace dependientes, y nos separa del minuto a minuto que podríamos completar con otro suceso que superara al que ocupa ahora nuestra mente.
PRESENTE.
¿Es fácil vivirlo?
A veces me gustaría borrar con un corrector y convertir la mente en pura inocencia radical sin residuos que la han ido manchando estos últimos años.
Borrando.
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